Como se puede comprobar no estaba en mi mejor momento, pero ayudo mucho escribirlo."
Carretera… maldita carretera, sendero de viudas, demasiado jóvenes y huérfanos primaverales sumidos, de golpe, en el más frío invierno. Hay gente, que debido a su poca edad, cree poderte dominar. Cuando se enteran de que eso es un imposible, es demasiado tarde.
Carretera… maldita carretera, amigos perdidos para siempre en asfalto duro, caliente, serpenteante. En ella, siempre en compañía de la dama más negra estas. Sin desearlo, te vigila en silencio, con ganas de juguetear con tu alma y llevársela a su morada infinita.
Carretera… maldita carretera. Hace tiempo, mucho tiempo ya, mi padre me hablo de ti. El te conocía bien, aún que eso es como menos imposible, a ti nadie te conoce. Y ya cuando entonces de ti hablaba, lo hacia con una fría y miedosa mirada. En la que sus ojos azules, como el mar, se reflejaban más malas visiones que las deseadas, que tú le hiciste contemplar.
Carretera… maldita carretera. Serpiente de mordedura sin antídoto conocido. Sinuosamente despiertas en la gente un algo loco. Instinto de apostar lo más preciado, con una ruleta imaginaria en las manos, que no te deja controlar tu propia apuesta.
Carretera… maldita carretera, maquina destructiva, del tiempo humano. Ya que en tus entrañas un segundo puede ser, o mas bien, no ser, una vida. Controladora de destinos, a la que siempre hay que tener en cuenta, con todos los sentidos y más.
Con los años me has enseñado a despreciarte, odiarte y temerte. No eres buena compañera.
Me llega a repugnar tu existencia. La tuya y las de tus cómplices de fechorías, esos ataúdes andantes a los que tanto aprecias. Cazadores para tus instintos. Jaulas de tus victimas, indefensas a su suerte.
Carretera… maldita carretera. No deseo conocerte más. Espero que nunca te vea de demasiado cerca…
Carretera… maldita carretera, amigos perdidos para siempre en asfalto duro, caliente, serpenteante. En ella, siempre en compañía de la dama más negra estas. Sin desearlo, te vigila en silencio, con ganas de juguetear con tu alma y llevársela a su morada infinita.
Carretera… maldita carretera. Hace tiempo, mucho tiempo ya, mi padre me hablo de ti. El te conocía bien, aún que eso es como menos imposible, a ti nadie te conoce. Y ya cuando entonces de ti hablaba, lo hacia con una fría y miedosa mirada. En la que sus ojos azules, como el mar, se reflejaban más malas visiones que las deseadas, que tú le hiciste contemplar.
Carretera… maldita carretera. Serpiente de mordedura sin antídoto conocido. Sinuosamente despiertas en la gente un algo loco. Instinto de apostar lo más preciado, con una ruleta imaginaria en las manos, que no te deja controlar tu propia apuesta.
Carretera… maldita carretera, maquina destructiva, del tiempo humano. Ya que en tus entrañas un segundo puede ser, o mas bien, no ser, una vida. Controladora de destinos, a la que siempre hay que tener en cuenta, con todos los sentidos y más.
Con los años me has enseñado a despreciarte, odiarte y temerte. No eres buena compañera.
Me llega a repugnar tu existencia. La tuya y las de tus cómplices de fechorías, esos ataúdes andantes a los que tanto aprecias. Cazadores para tus instintos. Jaulas de tus victimas, indefensas a su suerte.
Carretera… maldita carretera. No deseo conocerte más. Espero que nunca te vea de demasiado cerca…
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